¿Imaginas despertarte cada día, con la brisa del mar acariciándote sobre la almohada, levantarte y ver el puerto de un pueblo lleno de virtudes? Yo lo he vivido… Y cómo sé dónde, y que repetiré, dejo esta reseña.
Agradecer a Daniel, que nos ha abierto las puertas hacia unas vacaciones económicas, a la par que lujosas, dos términos que jamás creería que irían ligados, pero que he podido juntar. La Guardia posee una gastronomía de difícil similitud, y Daniel, ha acertado de pleno con los restaurantes que nos indicó, las vistas desde el apartamento, intachables, igual que su ubicación.
Quería unas vacaciones tranquilas, y he podido disfrutar del placer del turismo, por el Castro de Santa Tecla, que tiene un museo lleno de encanto y unas vistas hacia la desembocadura del río Miño, y del océano Atlántico tan maravillosas que me hacen dudar del carácter de los celtas, el castillo de Santa Cruz guarda la ubicación perfecta para ver el anochecer, además, de por supuesto, una gran historia y majestuosidad, las casas indianas, guardan un poco de mi envidia, reconozco querer estar tras esas ventanas… Las playas, llenas de recuerdos por vivir, Caminha, a tiro de piedra y empedrada, que me ha cautivado, las pozas de Loureza, el puerto de Oia, los molinos del Folón, y seguro que mil lugares más que he decidido dejar, para el año que sigue.
Mi más sincera enhorabuena, me vuelvo a casa con las pilas cargadas, el móvil lleno de fotos, y el corazón enamorado.